No lo intentes.

Sí la vida es bonita, si eres feliz, si por tu cuerpo solo corre dicha... no, no sigas adelante, no te adentres en este blog.
Esta lleno de dudas, miedos, inseguridades, dolor, ira, rabia, muerte, destrucción, desolación, soledad...
No es apto para mentes sensibles.
¿Te atreves?
Yo ya te avisé, bienvenido al mundo del olvido.

18 de febrero de 2014

Noches sombrías.

-Por qué no bailas y te solazas con nosotros?-, le decían a cierto cuerpo. Y el cuerpo confesó su tribulación. Dijo: «Estoy unido a un alma feroz y violenta que es sobremanera tiránica y no me deja reposo, y me arrastra fuera de las danzas de los míos para hacerme trabajar en su detestable obra, y no me deja hacer las cosas menudas que complacerían a la gente que amo, sino que sólo cuida de agradar a la posteridad cuando haya concluido conmigo entregándome a los gusanos; y entre tanto, hace absurdas demandas de afecto a los que están cerca de mí, y es demasiado orgullosa para apreciarlo cuando se le da menos de lo que pide, así que aquellos que serian bondadosos para mí me odian. -Y el cuerpo infeliz rompió a llorar.

Y le dijeron: -Ningún cuerpo sensible se cuida de su alma. Un alma es poca cosa y no ha de gobernar a un cuerpo. Tú debes beber y fumar hasta que deje de afligirte. -Pero el cuerpo no hacía más que llorar y decir:

-La mía es un alma espantosa. La he arrojado fuera de mí un rato con la bebida. Mas pronto volverá. ¡Ay, pronto volverá!-

Y el cuerpo fuese a acostar anhelando reposo, porque estaba adormilado por la bebida. Mas cuando el sueño se le acercaba, levantó los ojos, y allí estaba su alma sentada en el alféizar de la ventana, como nebulosa llama de luz, mirando a la calle.

-Ven -dijo aquel alma tirana- y mira a la calle.
-Necesito dormir. -dijo el cuerpo.
-Pero la calle es una bella cosa -dijo el alma con vehemencia-. Cien personas están soñando en ella.
-Estoy enfermo por falta de descanso. -dijo el cuerpo.
-No importa, -dijo el alma- Hay millones como tu en la tierra, y millones y millones que vendrán. Los sueños de la gente vagan a campo traviesa; cruzan mares y montañas de maravilla, guiándose por sus almas en los intrincados pasos; vienen a los templos de oro que resuenan con miles de campanas; suben empinadas calles que alumbran farolillos de papel, donde las puertas son verdes y pequeñas; conocen el camino de las cámaras de los hechiceros y de los castillos encantados; saben el hechizo que los atrae a las calzadas a través de las montañas de marfil. Si miran a un lado y hacia abajo, contemplan los campos de su juventud, y al otro se extienden las radiantes planicies del futuro. Levántate y escribe lo que sueña la gente.

-¿Qué recompensa hay para mí -preguntó el cuerpo- si escribo lo que me pides?
-No hay recompensa ninguna. -dijo el alma.
-Entonces voy a dormir. -dijo el cuerpo.

Y el alma empezó a susurrar una perezosa canción que cantara un joven en una tierra fabulosa al pasar una ciudad de oro (que guardaban fieros centinelas), y sabía que su mujer estaba en ella, aunque no era todavía más que una niña, y sabía por las profecías que feroces guerras aún no empeñadas en lejanas e ignoradas montañas habrían de rodar sobre él con su polvo y su sed antes de volver de nuevo a aquella ciudad. El joven cantaba al pasar por la puerta, y estaba muerto con su mujer hacía cien años.

-No puedo dormir con esa canción abominable. -gritó el cuerpo al alma.
-Entonces haz lo que se te manda. -replicó el alma. Y cansado el cuerpo, tomó otra vez la pluma. Entonces habló el alma alegremente en tanto que miraba por la ventana.

-Allí hay una montaña que se alza escarpada sobre Londres, en parte de cristal y en parte de niebla. A ella van los soñadores cuando se ha apagado el ruido del tráfico. Al principio apenas pueden soñar a causa del estruendo; pero antes de media noche se para, gira y se va a marea menguante con todos sus naufragios. Entonces, los soñadores se levantan y escalan la montaña fulgurante, y en su cumbre encuentran los galeones del ensueño. De allí navegan unos rumbo a Oriente, otros a Occidente, unos por el Pasado y otros por el Futuro, porque los galeones navegan sobre los años como sobre los espacios; pero casi todos ponen proa al pasado y a las viejas dársenas, porque allá van los suspiros de los hombres y los navíos navegan a su favor, como los mercaderes bajan costeando el Africa empujados por los perennes vientos alisios. Todavía veo a los galeones levar ancla tras ancla; las estrellas fulguran entre ellos; los navíos deslízanse fuera de la noche; sus proas van resplandecientes hacia el crepúsculo del recuerdo, y la noche pronto queda lejos, una negra nube que cuelga baja, y débilmente salpicada de estrellas, como el puerto y la ribera de una tierra baja vista a lo lejos con las luces de su puerto.

Uno tras otro, el alma, sentada junto a la ventana, relató los sueños. Contó de tropicales selvas vistas por desdichados hombres que no pueden salir de Londres, ni nunca podrán; selvas que hacía de súbito maravillosas el canto de una ave de paso que cruza volando hacia desconocidos lugares y cantando un canto desconocido. Vio a los viejos bailando ligeramente al son de los pífanos de los elfos hermosas danzas con vírgenes quiméricas, toda la noche, sobre montañas imaginarias, a la luz de la luna; oía a lo lejos la música de rutilantes primaveras; vio la hermosura de las yemas del manzano caídas acaso hacía treinta años; oyó viejas voces, viejas lágrimas tornaban brillando; la Leyenda sentábase encapotada y coronada sobre las lomas del sur, y el alma la conoció.

Uno a uno contó los sueños de todos los que dormían en aquella calle. A veces deteníase para denostar al cuerpo porque trabajaba mal y perezosamente. Sus ateridos dedos escribían tan veloces como podían, pero el alma no reparaba en ello. Y así transcurrió la noche, hasta que oyó el alma tintinear por el cielo de Oriente las pisadas de la mañana.

-Mira ahora -dijo el alma- la alborada que temen los soñadores. Comienzan a palidecer las velas luminosas de los galeones insumergibles; los marineros que los gobiernan tornan al mito y la fábula; la marea del tráfico vuelve ahora a subir, y va escondiendo sus pálidos naufragios, y viene por oleadas con su tumulto a la pleamar. Ya los destellos del sol flamean en los golfos tras el Oriente del mundo; los dioses lo han visto desde el palacio crepuscular que han levantado sobre el amanecer; calientan las manos a su llama cuando fluye por sus arcos resplandecientes antes de tocar el mundo; allí están todos los dioses que han sido y todos los dioses que serán; siéntanse allí a la mañana, cantando y alabando al Hombre.

-Estoy entumecido y helado por falta de sueño. -dijo el cuerpo.

-Tendrás siglos para dormir -repuso el alma-, pero no puedes dormir ahora, porque he visto hondas praderas con flores de púrpura llameando altas y extrañas sobre el brillante césped; rebaños de puros y blancos unicornios que retozan alegres, y un río que corre con un reluciente galeón en él, todo de oro, que va de una tierra desconocida a una ignorada isla del mar, para llevar una canción de un hijo del Rey de las Cumbres a la Reina de la Lontananza.

-Yo te cantaré este canto, y tú has de escribirlo.
-He trabajado años y años para ti, -dijo el cuerpo- Dame ahora siquiera una noche de descanso, porque estoy fatigado.
-¡Oh, vete y descansa! Estoy harta de ti. Me voy. -dijo el alma.

Elevóse y partió no sabemos adónde. Pero al cuerpo lo colocaron en la tierra, y a la media noche siguiente los espectros de los muertos vinieron desde sus tumbas para felicitar al cuerpo.

-Aquí eres libre, ya lo sabes. -dijeron a su nuevo compañero.
-Ya puedo descansar. -dijo el cuerpo.

31 de enero de 2014

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Días, semanas, meses, años... no sé cuanto tiempo ha pasado desde la última vez.
Mis letras y palabras se esconden en la oscuridad de mi habitación, en hojas y hojas esparcidas por doquier, entre las sábanas, debajo del armario, en la ropa y a saber en cuantos lugares más.
Sintaxis oculta en una fría noche de verano, no... de invierno, otoño... no sé. Perdidos párrafos en una metáfora interminable.
¿Qué pasa en todo este tiempo de soledad encubierta?
Nada y todo.
¿Cómo volver a decir "Hola" después de tanto tiempo?
Simplemente... así.

25 de mayo de 2013

Escrito del 31/07/2012

Sentada desde el banco de la soledad veo el ir y venir de la gente, unos corren hacía algún destino, otros pasean con sus hijos, algunos van a la playa y otros buscan el sentido de su vida. Pero desde aquí, también se ve el mar, está en calma, pero el tráfico de la ciudad se escucha en cada esquina. una mariposa se ha posado a mi lado, ella también debe de estar cansada de su eterno viaje, al igual que yo. un tren corre por las vías, chirriante sonido se filtra en mis oídos. ¿Cómo poder escuchar la suavidad del mar? Un niño llora. Ésta calor es abrasadora pero yo no tengo miedo, sé que no arderé. La gente sigue su camino mientras que yo no me muevo de este banco esperando encontrar el sentido de mi vida mientras relleno hojas de tachones en una libreta vieja de recetas. la gente habla animadamente, ríen... se van a la playa. yo otra vez me quemaré en este absurdo verano mientras veo pasar las horas. Este sitio me tranquiliza, aunque hay otros muchos más que lo hacen, aquí se está a gusto y en paz. Delante puedo ver el puerto pero los barcos están aproados, no se mueven, ¡ah! mi padre también es marinero. Solo hay movimiento en los camiones que van y vienen transportando toneladas de pescado para abastecer vete tu a saber cuantas familias. una suave brisa me ha movido el pelo y me ha dado en la cara, una caricia, una caricia tan dulce y placentera que hace que me estremezca. las moscas revolotean a mi alrededor, pero ahora mismo ni me molestan, solo las miro como vuelan hacia ningún lugar. El puente no tiene descanso, conoce gente a cada segundo y yo me pregunto si no se cansará. Un grupo de chicas adolescentes pasan por mis ojos hablando del novio de una amiga, se dirigen despreocupadas a la playa. Siento la imperiosa necesidad de darme un chapuzón, levantarme del banco y correr hasta llegar al mar y perderme en su inmensidad pero sigo aquí, anclada en el banco de la soledad mientras la gente sigue al pasar. Cojo un cigarrillo y lo enciendo, tengo la boca seca. Las piernas se me entumecen y tengo que cambiar la postura. VA otra calada. Me pregunto, ¿qué hago aquí? Otra calada. Un barco se mueve, no es hora de salir a la mar, habrá roto las redes o irá a repostar. Una vez en la procesión marítima de mi pueblo, en el epicentro del océano el barco se perdió en la inmensidad y lo tuvieron que remolcar. El cigarro se consume, no se si aquí se puede fumar. Los perros son paseados, estarán muertos de sed. Y una golondrina pasea por la hierba que tengo atrás. El cigarro se termina y el hierro de mis pantalones quema. La ciudad está tranquila pero el leve sonido de su movimiento se percibe con claridad aunque a veces me olvido de él. Una amiga me encuentro y me pregunto que hago, yo le digo que escribir, ella sigue su camino. El móvil está apagado, no quiero distracciones pero debo mirar la hora. Son las 12.51, llevo una hora aquí sentada rellenando folios con a saber qué. La gente me mira al pasar, lo que no saben es que los observo y escribo sus movimientos. Un bostezo, el sol me da sueño pero estoy tan tranquila que me abandono al sentimiento de paz que me transmite. Las moscas comienzan a ser pesadas, me pican los brazos y las piernas, las sacudo pero ellas vuelven, les gusta mis sangre y yo se la regalo. Gente sin camiseta, pensaba que estaba prohibido. Un barco vuelve, es otro, y los camiones siguen moviéndose, habrá sido buena noche, para mi padre sí. Una continua brisa me acuna, ahora estoy fresquita. Un niño con el chándal del Barça corre detrás de su padres que va en bicicleta y el padre le saca la lengua, el niño se ríe. Las mujeres llevan menos ropa y yo ya no sé como colocar mis piernas. Juego con el bolígrafo mientras veo la vida pasar, la gente con sus historias pensando que harán. Una caña, ahora, me vendría bien, en una terraza para poder seguir disfrutando del día y no parar de escribir, pero está muy cerca de casa y allí me encontrarán, sigo anclada en el banco de la soledad. Algún cambio pero nada importante. La gente habla en alto, no entiendo porqué. La golondrina sigue ahí, había dejado de escucharla. Respiro profundamente dejando que el aire se pose en mi piel mientras observo la vida al pasar desde el banco de la soledad. Me resulta difícil escribir mientras camino. Ya estoy en la cervecería, enciendo el móvil, la gente se preocupa y nadie sabe que me he ido, nadie sabe donde estoy. Me llaman, tengo que decir donde me encuentro. Aún no tengo mi caña y la garganta está seca. Llegan. Acompañada de la caña viene una tapa de ensalada de pasta. La cerveza corre por mi garganta, ¡qué gusto! Pero ya no estoy sola. Demasiada mayonesa, no la puedo disfrutar, agría mi garganta y un trago de cerveza vuelve a bajar. Discusiones. Palabras vacías. Otro trago de cerveza. Un cigarro sacado del bolsillo de mi pantalón, ¡sí nicotina! Olor a mar, hablar de las playas se me filtra el olor por la nariz. El mar, y aquí se ve tan pobre y tan basto. La cerveza baja, dulce gusto La sensación de paz se ha ido, se ha esfumado, es tan efímera. Otro cigarro y la cerveza desaparece. Palabras en el medio, conversaciones furtidas. Otra cerveza. Calada tras calada, trago tras trago.

11 de septiembre de 2012

Sentimiento a flor de piel.

He cometido muchos errores. He llorado por quién no debía y he reído con falsas amistades. He tropezado dos veces con la misma piedra y cuando pensaba que ya no lo haría más me empujaron y caí estampada de nuevo.
He perdonado mucho, demasiado. He callado te quieros que, por miedo se quedaron en el aire; y he regalado te quieros simplemente por cumplir. He gritado con fuerza pero mi voz nunca salía. He callado verdades por no hacer daño. He salido sin ganas de fiesta y he vuelto con los zapatos rotos de tanto bailar.
Hay días que dormía sólo para poder verte en mis sueños y días en los que no podía dormir pensando que mañana tendría que verte. He pasado por fases. He sido una niñata inmadura e insensible y he madurado a base de palos. He creído en lo imposible hasta que se destrozaron mis metas.
He abrazado a la persona que pensé que nunca me haría daño y me dí cuanta de que esa persona no se merecía ni el roce de mi piel. He disfrutado de pequeños detalles... y he aprendido poco a poco en qué consiste la vida.
El secreto de la vida está en no arrepentirse de nada y afrontar todo con una sonrisa. El secreto de la vida está en vivirla.

2 de septiembre de 2012

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Qué fácil es confesarse cuándo sabes que nadie se enterará. Triste, pero verdad.

19 de agosto de 2012

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Volaré a un mundo desconocido en el cuál encontraré cosas inimaginables y sé que será mágico como aquellos paraísos que leo en mis libros favoritos de fantasía.

16 de agosto de 2012

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Caminando por la senda de la vida se chocó contra una pared y se dijo: "Xu, ahí hay una pared, no te des con ella". Pero vamos, Xu como quién oye llover, y ¡pumba! se volvió a chocar contra una pared y se dijo: "¡Xu! ¡Cuidado con la puñetera pared!". Pero que nada oye, que Xu ni puto caso, y va y ¡cataplum! y se dijo: "¿Cuántas veces tengo que avisarte de la condenada pared, Xu?" Que vamos, la conciencia de Xu decidió mandarla a la mierda porque ya iba por la decimonovena vez que se empotraba contra aquella maldita pared, Xu era así, se lo pasaba bien.

28 de mayo de 2012

El Dépor, mi Dépor.


Hace cosa de un año las lágrimas empañaron mis ojos y me impidieron ver cualquier otra cosa. Tampoco había mucho que ver… La tristeza se adueñó de mi corazón e, incluso puedo decir, que se paró. No encontraba ningún motivo para sonreír y lo único que quería era desaparecer…

El Dépor, mi Dépor, había descendido a la división de Plata. No me lo podía creer, era algo que mi mente no quería aceptar y solo decía "es un sueño, es un sueño" pero la realidad me aplastó contra la pared. Sí, el Dépor, mi Dépor, había descendido.

Hoy, un año después, por mis ojos caen lágrimas que recorren mi rostro. No me importa, son lágrimas de absoluta felicidad. El Dépor, mi Dépor, vuelve a ser equipo de Primera.

Ha sido una larga temporada en la cual hemos pasado malos momentos, aquellos partidos que no se daban solucionado en los que todo iba en nuestra contra y parecía que la pelota no quería entrar entre los tres palos, aquellos otros en los que la suerte no estaba a nuestro favor y no llegaban las oportunidades…

Ha sido una larga temporada en la cual hemos pasado momentos maravillosos, aquellos partidos en los que el resultado era nuestro como un 4-0 contra el Guadalajara o ese 0-3 contra el Alcoyano, aquellos otros en los que sufríamos hasta el final y en el último momento venía algún salvador y hacía que saltásemos de júbilo como aquel Celta-Depor gracias a Borja o aquel otro, no tan lejano, como es el Nástic-Dépor con la aparición de Xisco…

Pero al final, con sus buenos y malos momentos, el Dépor, mi Dépor, se ha convertido campeón de la división de Plata y con el ascenso directo en su mano.

Mi corazón se llena de orgullo cuando por mis labios salen las palabras "Yo soy del Dépor". Sí, soy del mejor equipo que existe, es un orgullo, es un sentimiento, es pasión, es alegría, es tristeza, es diversión, es… es vida.

Porque no existen las palabras ni hay términos que puedan definir este sentimiento que me llena el corazón y hace que sienta un hueco en mi estómago, no existen acciones para agradecer lo que me da, no hayo maneras de expresar todo lo que una simple palabra como es "Deportivo" me hace sentir.

Hoy es uno de los días más felices de mi vida, hoy un sueño se ha cumplido y solo puedo decir:

GRACIAS DÉPOR, MI DÉPOR.